El mundo se ve inevitablemente más pequeño a su alrededor, y él, imponente, majestuoso, pasa de un gesto aperezado a otro, como si nada más importara en ese momento, sólo su comfort.
Y como percibe mi inquietud, opta por una solución práctica: cruza su brazo derecho sobre mí, inclina su cabeza con ternura y me inmobiliza. Entre su aliento y cuerpo cálidos, la ansiedad se detiene y el sueño llega. No queda mucho por decir, en verdad, nada más importa.
Cute n_n
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